viernes, 6 de noviembre de 2009

Asesinos de clóset (XP)

Asesinos de clóset
El Norte, el viernes 6 de Noviembre de 2009
ximena peredo

Matémonos. No hay más que hacer. Afinemos puntería, contratemos matones o apoyemos a los alcaldes que se toman atribuciones que no les corresponden como “Big Mauri”. Mandemos al diablo a las instituciones, ¡sí!, pero antes de eso, comprémonos un chaleco antibalas o pongámonos una playera que diga “Yo no fui” porque, teniendo licencia para matar, las confusiones serán simples accidentes de guerra. ¡En guardia, lector, que la venganza está suelta!

¡Una disculpa! Se me olvidó mencionar que hay de venganzas a venganzas, y la suya podría ser considerada un capricho y, por lo tanto, injusta. En esos casos, usted tendría que acudir a la barandilla a esperar su turno. Luego, sentarse frente al agente del Ministerio Público, quien tecleará su declaración con la mano izquierda porque con la derecha come fritos. Después, su caso será abrigado por un legajo y ahí permanecerá hasta el Fin de los Tiempos.

Si corriera con más suerte, como el Alcalde Mauricio Fernández, su caso sería tratado con mayor celeridad. Tal vez podría celebrar que “El Jefe de Jefes” se hiciera cargo de torturar y asesinar a sus hostigadores y, en ese caso, podría usted dormir tranquilo, pues nadie lo perseguirá y el crimen formará parte de las estadísticas, nada más.

Hoy está en la Ciudad un grupo de representantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, movimiento de campesinos y campesinas de San Salvador Atenco quienes recibieron en 2001 la noticia de que sobre sus tierras se construiría un aeropuerto. El Gobierno foxista ofreció a las 4 mil 375 familias una indemnización de 7 pesos por cada metro cuadrado de su patrimonio. Por resistirse a esta imposición y echar abajo el decreto, el Estado se vengó con todo el peso de su brutalidad e impunidad.

Los días 3 y 4 de mayo del 2006, un operativo coordinado entre el Ejército, la Policía Federal y la del Estado de México detuvo a más de 200 personas, torturó y agredió a un número desconocido de retenidos, 47 mujeres fueron violadas y dos jóvenes asesinados.

Por aterrorizar a las comunidades de Atenco y Texcoco nadie, más que los propios comuneros, pagaron las consecuencias. ¿Merecerían vengarse las mujeres violadas?, ¿los torturados?, ¿las 12 personas que aún permanecen presas injustamente? Que responda Mauricio Fernández, aunque podría adelantarme a su respuesta: “Por supuesto que no. Ellos sí tienen que confiar en las instituciones (y aguantarse)”.

Ésa es la “justicia” que proveen las guardias blancas o paramilitares, o los “grupos de inteligencia” al servicio de privados. Quienes apoyan este tipo de “limpiezas rudas” no sólo se convierten en criminales, sino que se suben a la nave de la impunidad despidiéndose del resto de su comunidad, abandonándola a su suerte, amenazada ahora no sólo por policías y ladrones, sino por sicarios de cuello blanco.

Ajustar cuentas por mano propia es no desear verdaderamente la justicia y resignarse a vivir sin ella. Un sistema judicial imparcial y expedito no termina de convencer a todos. Al anunciar antes que nadie el asesinato de quienes lo tenían amenazado, Mauricio Fernández se convirtió en sospechoso de la autoría intelectual de un asesinato, pero al mismo tiempo en beneficiario de la misma impunidad que critica.

Decidir que a partir de hoy “sólo yo” podré matar a mis enemigos es un pensamiento falaz y, por ende, suicida. La negligencia o complicidad de los políticos y militares con la delincuencia organizada no puede orillarnos a convertirnos en testigos de nuestra propia corrupción.

Para los asesinos de clóset la justicia es un privilegio de pocos, y no un derecho de todos. Por eso, mientras planean sus venganzas, olvidan solidarizarse con los otros y abonar al estado de derecho. Desear la justicia obliga a una revisión personal, por eso algunos prefieren sólo vengarse.

Adendo

El Senado eligió como ombudsman al candidato oficial, eliminando al más respaldado por la sociedad civil: Emilio Álvarez Icaza. Misión cumplida, señor Presidente: ¡Manos libres!

ximenaperedo