miércoles, 26 de febrero de 2020

AMLO, ¿socialista del siglo XXI? (Humberto Beck, 2020)

AMLO, ¿socialista del siglo XXI?

Hasta ahora, el Gobierno del presidente mexicano se ha mostrado bastante apartado de los proyectos de izquierda que marcaron a Latinoamérica durante los últimos 20 años

López Obrador durante su campaña en 2018. Ampliar foto López Obrador durante su campaña en 2018. Héctor Guerrero


El triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador, el primer presidente de izquierda en la historia de la democracia mexicana, ha canalizado, por lo menos hasta ahora, una buena parte del descontento que en el resto de América Latina han generado las deudas políticas y sociales acumuladas tanto por la era neoliberal como por los límites y contradicciones de los regímenes bolivarianos. Este descontento se ha manifestado visiblemente mediante la reciente ola de protestas, movilizaciones y estallidos sociales que han marcado la vida política de la región durante el último año.


En este contexto, vale la pena retomar la interpretación, por parte de algunos observadores, acerca de la posibilidad de que la llegada de AMLO al poder en México podría significar nada menos que una suerte de reactivación del ciclo político progresista de la “marea rosa” y su proyecto de construir un “socialismo del siglo XXI”. Protagonizado en la primera décadas del siglo por los regímenes bolivarianos de Venezuela, Bolivia y Ecuador, pero también en cierto sentido por los gobiernos de izquierda de Brasil, Argentina y Uruguay, todos estos proyectos políticos compartieron de alguna manera una misma voluntad de reinterpretar las premisas del proyecto histórico del socialismo, pero adaptándolas a las condiciones del presente y a la situación de América Latina. Pero, en el caso de AMLO, ¿qué podría significar tal reactivación? ¿Y en qué sentido el programa del presidente mexicano podría considerarse, o no, una nueva versión de esa tarea de actualización política y económica de los ideales socialistas?

Al tratar de responder estas preguntas, un hecho resalta de inmediato: por diversas razones, resulta difícil clasificar a AMLO dentro de la perspectiva bolivariana. En lo que va de su administración, iniciada a finales de 2018, López Obrador ha favorecido una lógica de gobierno que ha estado alejada tanto de políticas de nacionalización de la economía como de posturas antiimperialistas militantes, ambos rasgos distintivos que caracterizaron a los regímenes de la “marea rosa”. AMLO ha adoptado en realidad ideas muy diferentes de las bolivarianas, tales como su defensa de la “austeridad republicana” (los recortes a los sueldos y gastos de la burocracia del sector público) como medio para financiar nuevos programas sociales, o su esfuerzo por preservar ciertos pilares del proceso de integración asimétrica de México con Estados Unidos (otorgando prioridad al sostenimiento del acuerdo de libre comercio con ese país) o incluso crear unos nuevos (como lo ha sido la adopción de una política migratoria punitiva y alineada con los intereses norteamericanos).

Más aún, el proyecto de López Obrador se ha mostrado, hasta ahora, bastante apartado de los rasgos más rescatables del legado de la “marea rosa”, como podrían ser, por ejemplo, el reconocimiento desde las instituciones democráticas de la pluralidad étnica y cultural de los pueblos latinoamericanos (el caso de Bolivia), la afirmación constitucional de la naturaleza como sujeto de derechos (el caso de Ecuador, cuya constitución consagró esta idea que podría ser la base de una nueva ecología política) y, especialmente, la búsqueda de una sinergia positiva entre el Estado y los movimientos sociales.

AMLO no representa entonces una nueva encarnación del “socialismo del siglo XXI” en un sentido bolivariano. Y habría que agregar que este sentido de la expresión está ahora ya caducado, como lo demuestra el hartazgo social frente a los fracasos de los gobiernos bolivarianos en las naciones que han tenido gobiernos de ese signo político. No obstante, dado el creciente ascenso de la desigualdad y la llegada de nuevas formas de exclusión ocasionadas por el cambio tecnológico y la globalización, hay una cuestión de fondo que sigue siendo relevante: ¿cuáles podrían ser los contornos de un socialismo “del siglo XXI”, es decir, uno que fuera realmente contemporáneo? Y aterrizando esta cuestión en la circunstancia latinomericana actual, ¿en qué medida las ideas y políticas de una figura como AMLO podría contribuir a la revitalización de ese proyecto?

Sin duda, un aspecto fundamental de cualquier programa para un socialismo contemporáneo debería ser la articulación de una postura frente a los flujos económicos globales y sus consecuencias en la sociedad. En esta área, la propuesta de AMLO se podría describir, en términos generales, como una reivindicación de la dimensión nacional de la política y la economía. Esta reivindicación se ha expresado en el plan de acelerar el crecimiento y la redistribución de la riqueza mediante medidas como el estímulo de la demanda interna, el fomento de la soberanía alimentaria y energética y la generación de redes de protección social, sobre todo mediante programas de transferencia de efectivo a grupos vulnerables. En el contexto de una globalización que ha relativizado la capacidad de acción de los gobiernos nacionales, con efectos muchas veces destructivos, políticas de este tipo sin duda pueden representar una opción legítima y contribuir a generar una sociedad más igualitaria. Sin embargo, y debido precisamente a la naturaleza internacional ineludible de una parte fundamental de los procesos económicos, este tipo de medidas son probablemente insuficientes para la reformulación de una nueva versión del socialismo adaptada a las condiciones del presente.

Esta insuficiencia hace resaltar una de las principales debilidades del proyecto del presidente mexicano: la ausencia de un discurso internacional. Como es bien sabido, AMLO ha insistido en repetidas ocasiones que “la mejor política exterior es una buena política interior”, pero en un mundo globalizado esta postura tiene límites evidentes. Si bien se puede contribuir a una sociedad más incluyente mediante políticas internas, lo cierto es que el efecto de largo plazo de esas políticas va a ser siempre incompleto si no se complementa con respuestas propiamente globales a los problemas de desigualdad. De hecho, la falta de una conciencia internacional por parte de López Obrador podría ser lo que explicaría, por ejemplo, el hecho de que su gobierno ha buscado no la ruptura sino la continuidad de los acuerdos de libre comercio con Norteamérica creados y negociados por los gobiernos neoliberales anteriores. A falta de un discurso propio, crítico, de izquierda, sobre lo global, AMLO se ha visto condicionado a heredar y mantener las políticas del pasado.

En el mismo sentido, la administración de López Obrador no ha mostrado interés en lo que debería ser uno de los aspectos esenciales de un auténtico y efectivo socialismo contemporáneo: la creación de una nueva infraestructura de instituciones regionales y globales que puedan contribuir a la puesta en práctica de políticas para afrontar los actuales desafíos transnacionales, como la desigualdad económica, la regulación de las tecnologías digitales o la crisis climática. Desde esta perspectiva, ¿qué podría significar entonces el anuncio hecho por AMLO acerca de que su gobierno representa el “fin de la era neoliberal”? Es difícil proclamar algo así si las políticas en el ámbito nacional no están acompañadas de políticas internacionales que aspiren a ser efectivas en el ámbito global, que es precisamente el espacio en el que se mueve el neoliberalismo y que lo hace tan difícil de regular o controlar.

De hecho, dada su importancia regional, con un gobierno de izquierda México podría tomar el relevo en uno de los proyectos más llamativos de la izquierda latinoamericana reciente: la construcción de nuevas instituciones internacionales (como lo fueron en su momento los foros y organismos de integración latinoamericana), e incluso llevarlo más allá, hacia una propuesta de reforma de las organizaciones internacionales ya existentes o la creación de nuevos institutos globales de cooperación en ámbitos como la regulación de las agencias calificadoras o el combate a la evasión fiscal. El fin del ciclo de la “marea rosada” ha puesto al gobierno de AMLO en un lugar que parece no querer ocupar: el de un liderazgo progresista internacional, una dimensión indispensable en un momento como el actual en el que la naturaleza de los problemas demanda inevitablemente ese tipo de aproximación.

Otra área en la que el gobierno de AMLO carece de una perspectiva realmente crítica e indispensable para la articulación de un socialismo adecuado a las demandas de la actualidad es el medioambiente. Muy alejado del impulso a las energías renovables o de iniciativas más radicales y novedosas para conciliar el bienestar colectivo con la preservación de la naturaleza y la igualdad social (como el decrecimiento o el “Green New Deal”), el proyecto de López Obrador ha puesto más bien el énfasis en una serie de “megaproyectos” de impacto ambiental incierto y probablemente nocivo, como el Tren Maya y el Corredor Transístmico. También ha hecho un particular hincapié en la explotación de los combustibles fósiles –los más contaminantes– mediante la construcción de nuevas refinerías y la entronización de Pemex, la compañía petrolera nacional, como “motor económico de México”. Una parte de estos planes se han justificado apelando a la lógica de la soberanía energética. Y, aunque ciertamente no se puede ignorar la geopolítica de la energía, muchos menos se puede ignorar la catástrofe climática y la probable contribución de estos proyectos a su intensificación.

Finalmente, un aspecto adicional y en especial inquietante del gobierno de AMLO es lo que por momentos parece ser un marcado desinterés por los movimientos sociales. Como lo muestra su rechazo a recibir y dialogar con los representantes de la Marcha por la Paz, la reciente movilización de las víctimas de la violencia encabezada por Javier Sicilia y Julián LeBarón, López Obrador parece mantener en ocasiones una actitud de indiferencia, incluso desdén, frente al activismo social independiente. El lopezobradorismo parece no darse cuenta de que el triunfo democrático de un proyecto político de izquierda no tiene por qué implicar una pausa del dinamismo cívico ni de la autonomía de los movimientos sociales como generadores de nuevos temas, demandas y horizontes. Y es que, para tener éxito en tanto gobierno de izquierda con ambiciosos proyectos igualitarios, para llegar a acercarse a la propuesta de un socialismo verdaderamente contemporáneo, el proyecto de AMLO en realidad precisa de más, y no menos, exigencias y apremio por parte de la sociedad.


Humberto Beck es profesor e investigador del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México. Es autor de Otra modernidad es posible: el pensamiento de Iván Illich y co-editor de El futuro es hoy: ideas radicales para México. Su libro más reciente es The Moment of Rupture: Historical Consciousness in Interwar German Thought. @humbertobeck


lunes, 3 de febrero de 2020

Legionarios de Cristo: "El sacerdote y director de mi escuela me violaba y me hacía ver cómo abusaba de otras niñas pequeñas"


Ana Gabriela Rojas Corresponsal de BBC Mundo en México
3 febrero 2020
Derechos de autor de la imagen Ana Gabriela Rojas
Image caption Biani López Antúnez, fue violada por un sacerdote de los Legionarios de Cristo por dos años.
Los Legionarios de Cristo hicieron público un informe en diciembre pasado en el que reconocen que entre 1941 y 2019 miembros de su congregación violaron a 175 niños.
Según el documento, su fundador, el mexicano Marcial Maciel, abusó de 60 menores.
En estos días, como hacen cada 6 años, los legionarios están reunidos por ocho semanas en Roma.
Además de nombrar a sus nuevos líderes, tratarán entre otros temas "el camino para avanzar en la atención a las víctimas de abusos sexuales, los posibles encubrimientos, negligencias u omisiones en relación con los mismos en el pasado".
Así se lo confirmó a BBC Mundo Pablo Pérez de la Vega, director de comunicación de esta organización en México.
Cita también un comunicado de la Santa Sede de 2010 emitido tras una vista a los legionarios en el que describen los comportamientos de Marcial Maciel, fundador de esta congregación, como "auténticos delitos" y dicen que su vida fue "carente de escrúpulos".
"Dicha vida era desconocida por gran parte de los Legionarios, sobre todo por el sistema de relaciones construido por Maciel, que había sabido hábilmente crearse coartadas, ganarse la confianza, familiaridad y silencio de los que lo rodeaban", asegura el comunicado.
Otro de los sacerdotes acusados es Fernando Martínez, que, tras ser denunciado públicamente por varias de sus víctimas en México, ha admitido haber cometido abusos.
A Biani López Antúnez la habría violado desde los 8 hasta los 10 años.
En ese entonces López Antúnez escribió una carta en la que le contaba a su maestra que el sacerdote y director de la escuela les daba a ella y sus compañeras "besos cada vez más cerca de la boca" y "las cargaba entre las piernas".
Este es el testimonio de la ahora museógrafa de 37 años narrado en primera persona.
Derechos de autor de la imagen Cortesía de Biani López Antúnez
Image caption Biani López Antúnez con su maestra en la época de los abusos.
Cuando tenía 8 años mi familia se mudó de Ciudad de México a Cancún. Mis padres me metieron a una escuela de los Legionarios de Cristo, sin poder imaginar los terribles abusos que sufriría a manos del director y sacerdote, Fernando Martínez.
Fui alumna fundadora del Instituto Cumbres en Cancún en 1991. La escuela todavía estaba en construcción cuando comenzamos las clases.
Yo tenía 8 años y entré a tercero de primaria. Mis padres habían decidido que nos fuéramos a esa ciudad, que entonces era todavía muy pequeña, para que creciéramos en un entorno más sano y más cerca de la naturaleza.
El director de la escuela era el sacerdote Fernando Martínez. Ahora sabemos que Martínez había sido nombrado a pesar de haber sido ya acusado de abusos sexuales en otros colegios de Ciudad de México y Saltillo.
Él mismo había reconocido una acusación del 91 e incluso pidió no ser trasladado a Cancún porque no se sentía "firme" para aceptar esa responsabilidad tras las acusaciones.
Aún así, los legionarios pusieron mi colegio a cargo de un depredador sexual, que continuó con su comportamiento criminal a sus anchas.
Derechos de autor de la imagen Cortesía de Legioleaks.
Image caption El sacerdote Fernando Martínez fue trasladado por los Legionarios de Cristo a la escuela de Cancún a pesar de tener acusaciones de abusos sexuales.
Martínez fue ganándose nuestra confianza y fue aumentando sus abusos gradualmente.
Empezó con besos en la mejilla que cada vez nos daba más ceca de la boca, como de forma accidental.
Y así, fue subiendo de tono, con abusos mas graves, hasta que llegó a violarnosLo hizo en múltiples ocasiones.
Estaba coludido con una maestra, que sacaba a un grupo de tres niñas de nuestros salones de clases y nos llevaba a la dirección o a la capilla. Allí, cerraban las cortinas, las puertas y nos hacía todo tipo de cosas horribles.
A veces nos hacía leer la biblia, nos daba hostias o jugaba con los símbolos sagrados para distraernos y confundirnos y poder abusar de nosotras.
Las niñas salíamos llorando y nadie decía nada.
A mí me abusó durante dos años, desde que tenía 8 años hasta los 10. Además, me hacía ver cómo abusaba de otras niñas.
Fue algo terrible. Yo era muy pequeña y no entendía lo que estaba pasando. En un principio él era una figura de autoridad total. Era el sacerdote de la escuela, que supuestamente representaba a Dios.
Además, era la máxima autoridad de la escuela. ¿Cómo ese señor podría hacer algo malo?
Derechos de autor de la imagen Getty Images
Image caption Marcial Maciel, fundador de la Legión de Cristo, violó a al menos a 60 niños.
Yo lloraba mucho. Todas llorábamos. Me acuerdo que me encerraba en el baño de la escuela a llorar y llorar. Regresaba a clases y me acostaba en la banca y seguía llorando.
Poco a poco tomé conciencia de estar siendo abusada. No podía con mis emociones y con mi cuerpo.
Tengo recuerdos muy vívidos de ciertos abusos. Me acuerdo muy bien de una vez que me hizo ser testigo de cómo violaba a otra niña más pequeña que yo, en la capilla de la escuela. Ahí me di cuenta de que esa pequeñita estaba sufriendo y que yo tenía que hacer algo por protegerla.
En una ocasión, una maestra de la escuela entró al baño y descubrió a un grupo de niñas que llorábamos. Nos preguntó qué nos pasaba, pero le dijimos que no podíamos contarle.
Nos pidió que escribiéramos una carta.
Yo la escribí, pero la dirigí a mi maestra, Lorena.
Además de los besos, yo pude articular que nos cargaba entre las piernas.
En nuestra mente infantil era difícil discernir que la maestra Aurora era su cómplice y que ella nos llevaba con él a sabiendas de lo que nos estaba haciendo.
Derechos de autor de la imagen Cortesía de Biani López Antúnez
Image caption A los 10 años, Biani López Antúnez denunció a Fernando Martínez en una carta.
Así que le dijimos lo que estaba pasando. Ella nos dijo que lo iba a solucionar, pero que no se lo dijéramos a nuestros papás. Pero fue justo lo que hicimos.
Yo se lo dije a mi mamá y ella habló con otras mamás de las niñas que yo sabía que habían sido abusadas.
Ellas hablaron con Eloy Bedia Diez, que era el nuevo director territorial de los Legionarios, era junio de 1993.
Ahora sabemos que ya en diciembre de 1992 Ana Lucía Salazar, que era un año más pequeña que yo, le había dicho a sus papás que Martínez abusaba de ella repetidamente. A ella la violaba a solas.
Cuando hablaron con Martínez les dijo que la niña "había malinterpretado todo".
Acudieron también con Bedia y con el obispo Jorge Bernal, que no hicieron nada. Seguramente pensaron que la denuncia de una sola niña no les iba a causar problemas.
Sus padres la sacaron de la escuela y volvieron a vivir en Monterrey.
Cuando nosotras cuatro lo acusamos también, Bedia informó a los padres de los alumnos que Martínez ya no estaba en Cancún. Sabemos que lo sacaron del país y se lo llevaron a Salamanca, en España, y lo pusieron en un noviciado, también en contacto con menores.
Derechos de autor de la imagen Cortesía de Ana Lucía Salazar
Image caption Ana Lucía Salazar, ahora presentadora de radio y televisión en México, fue la primera en denunciar los abusos en el Instituto Cumbres de Cancún.
Bedia escribió recientemente que después de reunirse con nuestras mamás se reunió con todos los padres de familia de la escuela.
Lo que no especifica es que a esa segunda reunión no invitó a las madres de las víctimas. Y a ellos les contó una historia diferente. Les dijo que Martínez se tuvo que ir de México por un problema en el corazón y lo iban a operar en Miami.
Con Martínez fuera del país, mis padres ni siquiera pudieron denunciarlo legalmente.

"Señalada y avergonzada"

Y alrededor del tema se formó un gran escándalo. Unos sabían que Martínez se había ido por abusos sexuales. La gente se preguntaba quienes eran las niñas que habían sido abusadas.
Aunque no eran ataques directos contra mí, yo los escuchaba hablar. No sabían que era yo, pero estaban hablando de mí. Yo me sentía señalada y avergonzada.
Es lo que la sociedad hace: siempre señala a las víctimas y no al victimario.
Algunos incluso defendían al sacerdote diciendo que las acusaciones eran calumnias. "Cómo pueden decir algo así de un padre tan simpático y buena persona, quien le dio la primera comunión a nuestro hijos", decían.
Derechos de autor de la imagen AFP
Image caption El papa Juan Pablo II y el papa Benedicto XVI (en la foto) supieron de los escándalos de los Legionarios de Cristo. Éste último le pidió a Maciel su retiro en 2006.
No sabemos cuántas víctimas fueron en nuestro colegio. Pero seguro que su informe se queda muy corto.
Solo reconoce a quienes los acusamos públicamente. Y dice que algunas otras acusaciones son falsas.
Por ejemplo, Martínez fue acusado de abusos sexuales por primera vez hace 50 años, en 1969. Y estuvo en contacto con niños por muchos años.

Denuncias públicas

El año pasado en mayo, fue otra vez Ana Lucía, que ahora es presentadora de radio y televisión, quien primero empezó a denunciar a Fernando Martínez, pero ahora públicamente.
Salió en muchos medios de comunicación hablando de lo terrible de los abusos.
Entonces me pareció que ella era muy valiente, pero que yo no podía hacer eso.
A raíz de sus denuncias, en noviembre del año pasado, Martínez le envió una carta a Ana Lucía pidiéndole perdón.
Derechos de autor de la imagen Reuters
Image caption Marcial Maciel visitó al papa Juan Pablo II en 2004, poco después de que los escándalos en su contra se hicieran más fuertes.

"Perdón de rodillas"

"Estoy horrorizado y quiero con este breve mensaje apelar a tu generoso corazón y pedirte de rodillas perdón. Nadie más que Dios y tú pueden darme la paz", dice.
"Sé que mi proceder de aquel entonces no estuvo a la altura de mi condición de sacerdote que debe acercar a las almas a él confiadas a Dios y máxime tratándose, como educador, de una persona con nuevas responsabilidades con las personas a él confiadas. No tengo justificante y lo deploro", continúa.
Ahí también habla de las penas que le han sido impuestas: no tener ningún ministerio sacerdotal público, no vestir sotana y mantener una vida de oración.
Me parece que esos castigos son de risa para alguien que ha abusado sistemática y repetidamente de niños. Un depredador sexual, un pedófilo confeso.
Derechos de autor de la imagen Cortesía de Ana Lucía Salazar
Image caption Martínez reconoció los abusos a Ana Lucía Salazar y le pidió perdón en una carta.

"Monstruos del pasado"

Cuando empecé a ver a Ana Lucía en los medios, me sonaba su nombre, pero no me acordaba de ella porque no íbamos en el mismo grado.
Fue entonces que me contactó otra conocida de la escuela. Me contó que ella había sido abusada y quería saber si también era mi caso.
Entré en shock. Me di cuenta de que no solo eran las víctimas de las que yo sabía. Que había más.
Ese día terminamos hablando cuatro víctimas de Martínez. De repente, recordando los abusos regresaron todos los monstruos del pasado. No es que volviera a sufrir el trauma, más bien lo volví a vivir.
Los legionarios respondieron a las denuncias diciendo que iban a hacer una investigación especial de los abusos de Martínez.
Querían decir que son una legión renovada y transparente y que están preocupados por las víctimas. Y contrataron a una empresa estadounidense de control de daños, llamada Praesiduim.
Para su reporte no contactaron a Ana Lucía, solo contactaron a una de nuestras conocidas. Ella les dio mis datos y yo acepté verlos, pero fui con unos abogados.
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Image caption Los Legionarios de Cristo admiten que la mayoría de los sacerdotes que cometieron abusos sexuales no han sido procesados civilmente.

"Investigación hecha a modo"

A cambio de mi testimonio, les pedí garantías de que no iban a compartirlo con los legionarios para que esto no afectara mi caso. Pero nunca más me volvieron a contactar.
Así que de seis víctimas de las que estamos en contacto, solo entrevistaron a una persona.
Cuando vi esa investigación me hirvió la sangre porque es una investigación hecha a modo donde le cargan todos los delitos al fundador Marcial Maciel.
Maciel es el único culpable porque ya esta muerto. Porque ya todos sabemos que era un criminal y a nadie le importa ya cargarle tres o cien delitos más.
Pero, por ejemplo, sabemos que el director general actual de los legionarios Eduardo Robles Gil, sabía de los abusos desde 2014 y no abrió entonces una investigación.
Dicen que intentaron presentar una denuncia en Quintana Roo. Pero ni siquiera dan a conocer un folio de la denuncia. Dicen que no procedió porque ya había prescrito. Pero que ellos ya son transparentes y quieren colaborar con las autoridades civiles.
En el informe les piden perdón a las víctimas. Lo que me pareció vomitivo. Porque en realidad nunca les hemos importado.
Derechos de autor de la imagen Legionarios de Cristo
Image caption Los Legionarios de Cristo están presentes principalmente en países de América y Europa.
Cuando salió a la luz su reporte, los medios de comunicación lo publicaron ampliamente. Hablaron de una "investigación histórica" y daban la versión de la legión, que supuestamente se ha renovado y está buscando atender a sus víctimas.
Pero me pareció tan mal que todos le aplaudieran, que fue cuando me decidí a hablar públicamente para apoyar lo que está diciendo Ana Lucía.

"El daño nunca prescribe"

Queremos que los delitos sexuales contra los niños no prescriban. Porque el daño nunca prescribe: sigue ahí y es permanente. No se puede dar un plazo de tiempo para denunciar algo que es tan terrible y es tan difícil de hablar siquiera.
Es un abuso que rompe la infancia y el desarrollo de los niños.
Ahora Martínez tiene 80 años y está recluido en una casa de Roma, cumpliendo un castigo supuestamente duro para él. Pero, sus encubridores están manejando la legión.
Esa es nuestra lucha. Que ya no estén a cargo de niños que pueden ser sus víctimas.
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Image caption El papa Francisco se comprometió este año a que los responsables de los abusos y de encubrirlos sean llevados ante la justicia.
Tienen muchas escuelas de paga en México y otras partes del mundo y son una de sus principales fuentes de ingresos. Así que los padres al poner ahí a sus hijos, además de ponerlos en peligro, están financiando una institución delictiva.
Los legionarios fueron fundados por un criminal, por un pederasta. Si ya saben esto y que la legión no ha hecho nada contra los que han encubierto esos delitos, pues como institución no tiene razón de ser.
A los delincuentes y sus encubridores lo único que les detendrá de cometer abusos será que los metan en la cárcel.

"De víctima a victimario"

Por el reporte también nos enteramos de que nuestro violador había sido abusado a su vez por Marcial Maciel, el fundador de los legionarios.
Es un discurso muy manido, muchos dicen que si eres víctima te vuelves victimario. Pero para mí es incluso ofensivo. Yo fui víctima y nunca he abusado de nadie. Ninguna de mis compañeras lo ha hecho.
Yo no tengo compasión por él. Creo que precisamente lo hicieron público para que algunos lo justificaran. Pero yo creo que es al revés. Que a cambio de su silencio los legionarios lo han protegido y le han encubierto 50 años de abusos.
En 1997, nueve ex legionarios enviaron una carta a Juan Pablo II denunciando a Marcial Maciel de abusos sexuales e hicieron públicas las acusaciones. Y Martínez no está entre ellos.
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Image caption "Los abusos sexuales marcan para siempre a las víctimas, aunque a cada una de forma distinta", dice López Antúnez.
Los niños en realidad nunca les importamos. Solo significamos un negocio de donde sacar dinero para financiarse y para abusarnos.
Pero esos abusos te marcan de por vida. A cada víctima de manera diferente.
Yo me salí de esa escuela en cuanto pude. Y después me cambié de ciudad y luego de país. Siempre intentaba poner más y más distancia, como que quería huir. Intentaba empezar siempre una vida nueva en otro lugar donde nadie me conociera.
También, he llegado a la conclusión que mi trauma no me ha permitido tener hijos. Fisiológicamente estoy sana. Pero tengo un bloqueo. Me da terror pensar en tener una niña pequeña que pueda ser abusada.
A las víctimas que no han hablado públicamente las entiendo. Cada quien tiene sus tiempos, lo procesa diferente. Yo lo respeto. A lo mejor ellas dentro de unos años quieren hacer su denuncia. O tal vez nunca la quieran hacer. Eso también se respeta. Yo sé que están rotas, porque yo también lo estoy.
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