viernes, 1 de mayo de 2009

PARA VIVIR MEJOR, PREPÁRATE PARA LO PEOR

Desde 2002 “sabíamos” que una pandemia de influenza era inminente. El tan temido y esperado virus apareció, pero las acciones preventivas fueron puro cuento.

Por Félix Arredondo

Mientras el presidente Barack Obama informaba el miércoles al mundo que su país estaba preparado con 50 millones de dosis para enfrentar la pandemia de la influenza A,
el secretario de Salud de México, Miguel Ángel Córdoba, presumía nuestras reservas de un millón y medio.
¿Qué país estará más preparado para enfrentar la epidemia? Ciertamente, la población de Estados Unidos es tres veces más grande que la de México, por tanto, sus reservas antivirales deberían, por lo menos, triplicar las nuestras. Pero resulta que nuestros vecinos tienen 10 veces más que nosotros.
En la Unión Americana hay una dosis de Tamiflu por cada seis habitantes; en nuestro país apenas hay una por cada 67. Esto sólo pone en evidencia que hemos dejado de hacer lo prioritario. Ni siquiera sabíamos cuántas personas habían muerto como consecuencia del nuevo virus. Las autoridades mexicanas terminaron hechas bolas cuando los organismos internacionales empezaron a difundir cifras diferentes de las que reportaba el secretario de Salud.
Parece que la falta de responsabilidad nos ha llevado a transitar nuevamente por el camino de la fatalidad. Así ha sido con el empleo, con la educación, y ahora nos toca exhibirnos mundialmente con el tema de la salud.
Al desastre se suma otro. El del “síndrome del catarrito”, que generalmente termina en neumonías fulminantes. El de la ingenua esperanza fundada en la sobrada arrogancia de no reconocer nuestros problemas, nuestras incapacidades y deficiencias. Como ahora, que las autoridades parecen aferrarse desesperadamente a la ilusión de que después de un largo puente vacacional, despertaremos de esta pesadilla la próxima semana. Ojalá que así sea.
“La burra no era arisca, los palos la hicieron”. Así ha pasado con los diagnósticos y pronósticos económicos y con otras tantas fallidas esperanzas. Ahora es el turno de la salud.

‘Podrían morir 200 mil’

El miércoles por la noche, durante el programa Tercer Grado, el secretario de Salud estuvo a punto de hacer una confesión oficiosa. Sin embargo, se contuvo cuando apenas había dicho “lo sabíamos”. Al parecer, sus interlocutores no repararon en ello, aunque es totalmente cierto que sí “lo sabíamos” (el gobierno). “Sabíamos” que una pandemia de influenza era inminente. Lo que no “sabíamos” era dónde y cuándo se presentaría.
El gobierno mexicano, al igual que todos los gobiernos del mundo, fue exhortado por la Organizaron Mundial de la Salud a establecer medidas preventivas para enfrentar la nueva pandemia de influenza del siglo 21.
La alerta mundial surgió con la epidemia de la gripe aviar, que afectó a más de 26 países en el año 2002. El gobierno mexicano aparentó hacer caso del exhorto internacional, y hasta se creó un Comité Nacional de Seguridad en Salud en 2003, cuando gobernaba Vicente Fox.
El tema de la epidemia no era nuevo, ni siquiera confidencial. Aunque nunca fue publicitado, seguramente para no alarmar de más. Los que “lo sabíamos” recordamos que el tema era recurrente en los consejos generales de salud que llevan a cabo las autoridades federales y estatales cada tres meses. Y no sólo eso, en 2005 se presentó un Plan Nacional de Preparación y Respuesta ante una Pandemia de Influenza, documento en el que se pronosticaba que cuando la nueva pandemia hiciera acto de presencia, podrían morir 200 mil personas, y 500 mil podrían ser hospitalizadas. El plan del gobierno precisaba cómo debíamos prepararnos. En el sexenio foxista, hasta se llegó a practicar un simulacro.

Lo cierto es que el tan temido y esperado nuevo virus de la influenza apareció. Lo que resultó ser puro cuento fueron las acciones preventivas.
Según el plan, el “SISVEFLU” (¿QUÉ ES ESTO?) suponía que el funcionamiento de una red de salud pública coordinada por el Instituto Nacional de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (INDRE) tendría capacidad para confirmar la presencia del virus de la influenza en México.
Además, habría un Sistema de Epidemiología de Influenza con tecnología de vanguardia que tendría cobertura nacional.
El gobierno ha confesado que tuvo que mandar muestras a laboratorios de Estados Unidos para conocer las causas de la muerte de una mujer en Oaxaca, hecho ocurrido el pasado 13 de abril. De no haber sido por el laboratorio del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades del gobierno de Estados Unidos, que tiene su sede en Atlanta, ni cuenta nos habríamos dado de que había un nuevo virus. La mujer murió el 13 de abril, pero fue hasta el día 23 cuando nos percatamos de lo sucedido.

¿Y el monitoreo? ¿Y la tecnología avanzada?
¿Y el Sistema de Epidemiología de la Influenza?
¿Por qué el gobierno federal no tiene la reserva de 5 millones de dosis que especificaba el plan oficial?
¿Qué hay de los 10 mil equipos de protección para el personal médico: trajes, mascarillas, respiradores y lentes?
¿Qué pasa con las reservas de 300 mil tratamientos de antibióticos que se habían planteado para el manejo de complicaciones?

Soluciones a la mexicana

Está claro que no hicimos lo que debíamos haber hecho, y por esa razón, ni siquiera sabemos quiénes están afectados por el virus y quiénes no. El sistema de laboratorios capaces de analizar los virus de influenza nunca fue instalado. Los recursos para afrontar la emergencia son insuficientes de acuerdo con los parámetros que el propio gobierno estableció.
Quizá por eso se dice que en México hay dos formas de solucionar los grandes problemas: la ordinaria y la extraordinaria. La ordinaria es que la Virgen de Guadalupe nos haga un milagro. La extraordinaria es esperar que el gobierno
haga bien algo.


ReporteIndigo128

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