viernes, 25 de junio de 2010

Cantemos: ¡No se pudo! (XP)

Cantemos: ¡No se pudo!
El Norte, por ximenaperedo en Junio 25, 2010

Murió Monsiváis. El desenlace se anunciaba desde hace meses, pero quienes lo amábamos no quisimos resignarnos ni preparar el negro disfraz. Era injusto pensar que Monsi se despediría en uno de los peores capítulos de la historia moderna del País, era cruel empatar con la realidad sus crónicas y sentirlas tan caducas, como si los mexicanos hubiéramos perdido todo mérito moral. Como si sus opiniones formaran parte de eso que Carlos Salinas definió como “política ficción”.

La única prueba que teníamos de la existencia de Carlos Monsiváis era el propio Carlos Monsiváis. Si él no hubiera estado presente hubiéramos pensado que el personaje era un invento de la antihistoria, la antítesis de Juan Escutia. Y ahora, cuando en el árbol falta esa pieza llamada Monsi no puedo dejar de lamentar lo mal preparados que estábamos para su muerte. No hay relevos. La estafeta ha quedado suspendida. Algo estamos haciendo mal.

Estamos condenados a los héroes que Televisa y TV Azteca nos puedan fabricar de aquí al domingo, cuando caiga plomizo el ánimo tras la goliza de Argentina. La Iniciativa México es un burdo esfuerzo de hacer negocio con un recurso inagotable: la psicología mexicana del no se pudo. Lucrar con la baja autoestima es un negocio redondo ampliamente explorado por el duopolio televisivo que produce programas cuyo chiste es humillar a los invitados que, por otra parte, hacen fila para entrar a ser vituperados.

Sabiendo que en época de sequía hay que vender agua, las televisoras con sus socios se erigen como las depositarias del discurso de la nueva mexicanidad del sí se pudo. Cuando las religiones tradicionales pierden por miles a sus feligreses, la televisión se plantea un nuevo nicho de mercado: la superación nacional. Así, las dos compañías que siempre nos han ofrecido zanahorias podridas hoy nos formulan preguntas retóricas, cursis y chantajistas: “¿Estás orgulloso de ese México? ¿El de los pretextos, el del ya merito, el que sólo busca culpas?”.

Pero hay algo aún más perverso que lucrar con el desánimo, y es la exacerbación del nacionalismo mexicano. A falta de razones para recuperar el ánimo, las televisoras promueven el amor a un “México” que, me parece, no es el mismo para todos. Entre el concepto de Azcárraga Jean y el de mi vecina con techo de lámina hay una enorme diferencia que podemos medir en grados centígrados. El nacionalismo es una ficción peligrosa fácilmente manipulable por el productor del show.

Con esta campaña Televisa y TV Azteca claudican en la competencia de contenidos. Hasta hace poco lo de ellos era competir con entretenimiento e información, hasta que se dieron cuenta -y la Iniciativa México es la gran prueba- que no hace falta competir cuando se puede repartir el mercado entre caballeros, a condición de no dejar entrar a nadie más. La Ley Televisa está firmada por el vigor monopólico de quienes -en términos monsivaiescos- siendo cínicos prefieren que les llamen sinceros.

Es decir que, como dijera Javier Aguirre en aquellas declaraciones de las que luego, franqueado por todos sus patrocinadores tuvo que desdecirse, México está jodido. Quienes buscan la prolongación de sus privilegios ahora son los líderes de este nuevo cambio no prometido por Calderón o Fidel Herrera, sino por gente tan familiar y decente como Joaquín López Dóriga, Javier Alatorre y Carlos Loret: nuestros nuevos líderes morales.

Pudiendo elevar la moral ofreciendo contenido de calidad, con programas de alta producción y con un sistema informativo que no tema competir, las televisoras prefieren revestirse de pureza prestando sus micrófonos a ciudadanos ejemplares quienes verán cumplida la promesa de la posmodernidad de los 15 minutos de fama. Al término de la campaña nos quedará claro que si México está tan mal es por que no somos tan especiales y bajará (oh, no) aún más nuestra autoestima.

Adenda: Con Larrazabal o sin Larrazabal da igual. Esto lo quiso él dejar bien en claro. Los alcaldes y el Gobernador de Nuevo León son plazas que conservamos por tradición mas no por necesidad. Si Medina se hubiera ido a Sudáfrica, ¿quién lo habría notado?

ximenaperedo@yahoo.com.mx

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