Es el prejuicio. Se trata, sin duda, del mayor enemigo de las figuras públicas mencionadas en el título de esta columna, y desde luego de muchas otras personalidades de nuestra sociedad de las que aquí no se habla. Por lo tanto, es el principal enemigo de México. ¿Qué es? Según la Real Academia Española, el prejuicio es la "opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal". Veamos algunos ejemplos.
1.- "Las reformas de Enrique Peña Nieto son antipatrióticas". Esto es absurdo, pero mucha gente lo cree. Por ejemplo, los simpatizantes de Morena. Cito el arranque de una nota reciente de La Jornada: "De concretarse la reforma energética –que entraña una 'contrarrevolución'– el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) interpondrá una denuncia contra el presidente Enrique Peña Nieto por 'traición a la patria'…". No deberían ser tomadas en serio ni la opinión de Morena ni su amenaza de denunciar a EPN, pues se trata evidentemente de necedades que a nada van a conducir, o no a nada bueno. Pero en la izquierda así ven las cosas. Sin reflexión ni análisis de ningún tipo tal es la conclusión a la que inevitablemente llegan cuando hablan de las reformas estructurales.
2- Eso, que Peña Nieto ha traicionado a México, es una tontería sin duda, tan grande como la de afirmar que Andrés Manuel López Obrador vive en una colonia elegantísima en el Distrito Federal. ¿Puede alguien pensar que eso es así? Nadie debería hacerlo, claro que no, por cuanto es una verdad conocida que Andrés Manuel es un hombre sencillo y modesto. El problema es que sobran los ciudadanos que están convencidos de que AMLO posee grandes riquezas ocultas gracias a "noticias" como esta que leí en internet (hay miles de ese tipo en la red): "En su momento AMLO, el hoy misterioso propietario de mansiones, informó que su partido le pagaba, como presidente legítimo, 60 mil pesos mensuales, pero las cuentas no encajan. ¿Con 60 mil pesos mensuales puede mantener por lo menos cuatro casas? La mansión de 'La Toscana' está dentro de Bosques de las Lomas y es el lugar más caro de esa colonia. Por esta impresionante mansión pagó más de 20 millones de pesos, incluyendo obra, alberca, cancha de tenis, jardines y exquisito mobiliario minimalista. Ahí vive con su mujer venezolana…". Ni AMLO posee tales palacetes ni su esposa es venezolana. Pero algunos ciudadanos, sobre todo los identificados con la derecha, platican casi a diario que ¡les consta! que en esas residencias duerme Andrés Manuel.
3.- Al secretario de Hacienda, Luis Videgaray, no le ha ido mejor. En un video que circula por internet el señor Pedro Ferriz asegura que Videgaray, con La reforma hacendaria, solo pretende favorecer el presupuesto de egresos de tal modo de "ensanchar a un Estado para que pueda seguir con la corrupción". No hay argumentos en Ferriz ni en tantos otros comentarios similares que se basan, nada más, en las puras ganas de sus autores de calumniar. Y bueno, hasta en los espacios noticiosos que se supone son más ecuánimes, seguramente sin proponérselo, es decir, por simple costumbre de ligereza periodística, se le carga la mano al secretario de Hacienda. Por ejemplo, según el sitio de internet de Carmen Aristegui, la diputada Luisa María Alcalde "le exhibió su pasado" durante una comparecencia en la Cámara de Diputados. ¿Cuál pasado tan reprochable le descubrieron a Videgaray? "La legisladora recordó las relaciones del funcionario con el ex secretario de Hacienda, Pedro Aspe a través de la consultora Protego Asesores". ¿Esa es la revelación? Carajo. Me pregunto si es malo para un economista haber trabajado en la empresa de Aspe o en cualquier otra. Digo, porque una expresión tan fuerte como "exhibir el pasado" de alguien significa que la persona en cuestión ha tratado de esconder algo indebido que hay en su biografía. En el caso de Videgaray, por favor, todo el mundo sabe que él colaboró con Aspe, lo que el actual integrante del gabinete de Peña Nieto jamás ha tratado de ocultar. Tener antecedentes laborales no significa "tener un pasado", al menos no con la connotación negativa de "pasado oculto".
4.- Al que peor le va con los prejuicios es a Miguel Ángel Mancera. Por dar un ejemplo mencionaré lo que dice del jefe de gobierno del Distrito Federal el señor César Alan Ruiz Galicia en el portal Sin Embargo: Que Mancera es de izquierda "acomodaticia, cínica y sin proyecto"; de izquierda "corrupta" y "represora", de "la izquierda que valió madres" porque "solo piensa en curules, pactos y dineros". Para el analista Ruiz Galicia, como para muchos otros opinadores, "Mancera quiere asustarnos, imponer un clima de miedo". Mancera, dicen ellos, pretende acabar con la protesta. Para el colaborador de Sin Embargo con Mancera en el GDF "se acabó la ciudad de las libertades, la de la cultura y los niveles de desarrollo humano que envidiaban otros Estados. Ahora quieren sumergirnos en pasiones negativas: aislamiento, desesperanza y apatía, que de eso si hay para todos. Lo único que se democratiza hoy, es la certeza de que Mancera gobierna para sí mismo y para ese 1% intocable, formado por la clase política corrupta, las veinte familias que gobiernan México y los poderes fácticos. Ellos quieren normalizar el Estado de excepción y acostumbrarnos a la pérdida de los derechos en la práctica. Quieren que renunciemos a nuestros sueños, que nos desencantemos al punto de que olvidemos la importancia de la política". Es casi un suicidio político que tanta gente de izquierda piense cosas tan terribles del único personaje que puede sacar a la izquierda de su actual crisis, Miguel Ángel Mancera. Pero así es la izquierda, ni hablar.
5.- Entre los empresarios, los más perjudicados por los prejuicios son Carlos Slim y Emilio Azcárraga. A los dos se les considera jefes de la mafia. Así como se oye: "jefes de la mafia". ¿De cuál mafia? De la "mafia del poder". Es absurdo, pero es lo que se dice de ellos. De los dos se afirma que sus fortunas ofenden al pueblo de México. En una sociedad sana la riqueza no ofende a nadie. Así que, si hay tantos ofendidos porque a estos y a otros empresarios les va bien, significa que la mexicana no es una sociedad sana, esto es, que ha enfermado o se encuentra muy cerca de la peor enfermedad social: el anticapitalismo que impide el desarrollo de los negocios que son los únicos que generan empleos. A Slim, más global que el otro, se le ha llegado a acusar de inmiscuirse "criminalmente en la política venezolana". Vaya estupidez. De Azcárraga se piensa que domina en forma absoluta la política en México, lo que es una mentira, pero sirve como eslogan de campaña electoral. Cuando en los medios se habla de estos hombres de negocios predominan las sandeces y no los juicios objetivos. Una verdadera calamidad.
Lo dijo Alberto Einstein: "¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio". En México, lamentablemente, los prejuicios parecen dominar el debate público. Esto es muy peligroso ya que cuando son tan abundantes generan odio y lo generalizan y esto, como se sabe, está detrás de los peores conflictos sociales. No podemos seguir prisioneros de nuestras certezas basadas no en el razonamiento sereno y desapasionado, sino en la ideología sin lógica o en la más irracional exaltación política. Si no nos damos la oportunidad de empezar a juzgarnos unos a otros sin prejuicios, vamos a terminar haciéndonos, como sociedad, un daño enorme. ¿Es tan difícil pensar que el otro, el rival, quizá tenga también la razón, o que si no la tiene se ha equivocado de buena fe? Tenemos que darnos la oportunidad de ver lo bueno que hay, que es bastante, en todos esos que consideramos nuestros enemigos.
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