domingo, 17 de marzo de 2013

Francisco desea que la pobreza se convierta en un valor de la Iglesia

Francisco desea que la pobreza se convierta en un valor de la Iglesia
colpisa. roma    
Actualizada 16/03/2013 a las 22:30
El papa Francisco, en su tercer día de pontificado, durante su discurso en el Aula Pablo VI del Vaticano. efe
El encuentro de Francisco con la prensa, que por tradición es la primera audiencia pública del nuevo pontífice, no defraudó las expectativas. Generalmente se mira el reloj, pero con Bergoglio se espera a ver si hace o dice algo más, porque dice cosas, algunas muy rompedoras. Cuando levanta la mirada de los folios y empieza a improvisar se deja llevar por el corazón. Hasta ahora está ninguneando los discursos que le prepara la secretaría de Estado. La frase que dijo este viernes, y que los 5.000 periodistas allí presentes comprendieron de inmediato que era ya uno de los grandes titulares del pontificado, fue como si se le escapara. Hablaba con ensoñación de Francisco de Asís, el santo que le ha inspirado su nombre: "Es para mí el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia la creación... En este momento tampoco nosotros tenemos con la creación una relación muy buena, ¿no? Es el hombre que nos da este espíritu de paz, el hombre pobre... ¡Ah, cómo querría una Iglesia pobre y para los pobres!". Hizo una pausa y se oyó un gran aplauso. Es todo un programa de gobierno, contundente en su simplicidad, que habrá movido algún cimiento en el Vaticano, para felicidad de otros muchos.

Es de suponer que alguien en el IOR, el banco vaticano, empezaría este viernes a meter fajos de billetes en maletines. Es que por un lado tenemos a Francisco, que en su casa de Buenos Aires, cuando se quedaba solo los fines de semana, calentaba su habitación con una pequeña estufa y no encendía la calefacción. Por otro, por comparar, está el nuevo presidente del IOR, nombrado 'in extremis' a toda prisa por el secretario de Estado, Tarcisio Bertone, tras la dimisión de Ratzinger: Ernest Von Fryberg, un noble alemán con castillo que fabrica buques de guerra y es caballero de Malta. No es exactamente lo mismo. Como tampoco se parecen el cochazo de lujo oficial con el que se presentaba Bertone antes del cónclave en las congregaciones generales y el que ha usado Francisco en sus dos primeros días como Papa, un simple turismo de reserva de la Gendarmería. Bertone, por ejemplo, se ha metido en operaciones inmobiliarias y financieras, como su despendolada oferta de 200 millones en 2011 por el hospital San Raffaele de Milán, venida a menos.

Parece que también en el Vaticano ha llegado el momento de dar ejemplo con el testimonio, más que con las palabras. El IOR, sus pufos y su turbio pasado de conexiones con la corrupción italiana y la Mafia es una de las lacras de imagen más criticadas por los cardenales renovadores que han aupado a Bergoglio como Papa. La Curia y Bertone, su máximo responsable, han sido también blancos de sus críticas. La limpieza que se espera en este ámbito ha creado una enorme expectación y este viernes Francisco dio un primer paso. Ratificó de forma temporal todos los cargos hasta nueva orden, 'donec aliter provideatur', una fórmula provisional que se esperaba, porque desea "reservarse un cierto tiempo para la reflexión, la oración y el diálogo, antes de cualquier nombramiento o confirmación definitiva", informó un comunicado. No es un ingenuo y sabe que también le han puesto ahí para eso.

En esta espera hay, naturalmente, un detalle insólito por lo extraordinario de la situación creada con la dimisión de Ratzinger: Francisco podrá preguntarle a él por todo esto. El Vaticano confirmó este viernes que visitará a Benedicto XVI en su residencia de Castelgandolfo el próximo sábado, y que comerán juntos. El Papa emérito ha abierto el camino a la limpieza interna, no cabe duda, y es como si ahora llegaran los refuerzos para la batalla final. En la cita con la prensa Bergoglio tenía este viernes a su lado a Georg Gaenswein, el secretario personal de Benedicto XVI, que en una situación un tanto ambigua que tarde o temprano deberá resolverse, sigue a su servicio como prefecto de la casa pontificia, un cargo que Ratzinger le confirió en enero. Pero la novedad de este viernes es que también estaba allí el maltés Alfred Xuareb, segundo secretario del Papa emérito. Tal vez, como ha apuntado el portavoz vaticano, Federico Lombardi, sea el secretario de Francisco de forma provisional.

ELOGIOS AL PERIODISMO

La prensa ya está rendida a este hombre, aunque seguramente le va a dar mucho trabajo. "Qué, ¿habéis trabajado, eh?", bromeó el Papa al empezar su discurso. Este viernes había una fila interminable que daba la vuelta al edificio para entrar en el auditorio Pablo VI, pegado a San Pedro, donde se celebraba el acto. Muchos tenían presente la diferencia con el mismo encuentro en 2005, con Benedicto XVI: se entraba sin problemas y acabaron abriendo las puertas a todo el que pasaba por allí para hacer bulto. Probablemente se ha inaugurado también una nueva era de relación del Vaticano con los medios: la transparencia ha sido otro de los caballos de batalla del bando renovador. Tras una década en que a menudo las denuncias de los casos de pedofilia se desdeñaban como campañas anticlericales o la reacción al propio 'caso Vatileaks' era siempre atacar a los medios, sin valorar nunca lo que revelaban, hay cierta tensión acumulada.

Bergoglio fue sutil y elegante al invitar a los medios a ponerse en el lugar de la Iglesia a la hora de contarla, "a conocer la verdadera naturaleza de la Iglesia, con sus virtudes y sus pecados, y las motivaciones espirituales que la guían y que son las más auténticas para comprenderla". Luego elogió el oficio de periodista, que "comporta una particular atención a la verdad, la bondad y la belleza, ¡y esto nos hace particularmente cercanos, porque la Iglesia existe para comunicar justo esto!". Algunos hasta se emocionaron. El Papa aseguró que la naturaleza de la Iglesia "no es política, sino esencialmente espiritual" y la describió con una definición de libro del Concilio Vaticano II, que asoma por todas partes desde hace tres días: es el Pueblo de Dios.

El momento de los saludos del personal vaticano de comunicación y unos pocos periodistas seleccionados fue otra muestra de cómo se han derrumbado ya las barreras entre la gente y el Papa. Algunos se lanzaban directamente a abrazarle, algo impensable con Ratzinger. Una argentina le regaló un mate y un profesional ciego acudió con su perro, que Bergoglio acarició cariñosamente. Al terminar, pidió el micrófono para decir algo, como si se le hubiera olvidado. Habló en español, probablemente en otro de esos casos en los que habla sin darse cuenta: "Les dije que les daba de corazón la bendición. Como muchos de ustedes no pertenecen a la Iglesia católica, y otros no son creyentes, de corazón doy esta bendición en silencio, a cada uno de ustedes, respetando la conciencia de cada uno, pero sabiendo que cada uno de ustedes es hijo de Dios. ¡Que Dios los bendiga!". Todos, desde los periodistas musulmanes a los ateos, aplaudieron conmovidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario