Dieciocho meses después, la historia ha dado un vuelco. Si bien quedó claro que la Presidencia de México ha mentido y que sí estuvo involucrada, hasta la médula, en aquel vergonzoso capítulo, también es cierto que, en el camino, se han hecho revelaciones insólitas, cuyos detalles han sacudido a quienes entonces -y ahora- formamos parte del equipo de Noticias MVS. Duro ha sido saber, hoy de primera mano con las propias conversaciones de Joaquín Vargas, el tipo de negociaciones y arreglos que se pueden dar en las estructuras de poder político y empresarial, en donde los periodistas terminamos por ser monedas de cambio. En una mezcla de valentía y autoinmolación, Joaquín Vargas puso al desnudo el entramado de poder que ha existido desde hace décadas: "Si te callas, te doy; si no obedeces, te quito". Miles de jóvenes en las calles hoy exigen "democratización en los medios". Se paran frente a Televisa, reclaman a los medios y exigen a los poderes públicos. Colocan como imperativo un cambio de paradigma. ¿Quién puede negarles que les asiste la razón?
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HUGO L. DEL RÍO (El Norte, 120824)
El pleito de comadres entre el gobierno de Felipe Calderón y MVS de Joaquín Vargas no tiene nada que ver con la libertad de expresión. Las verduleras se enojaron. Se sacaron los trapitos al sol y se están desgreñando --para regocijo de buena parte del respetable, para pena del otro sector— por el amor del “Charifas”. Joaquín Vargas es un hombre de negocios y con eso se dice todo: el derecho del periodista a decir su verdad le interesa tanto como la fluctuación de la moneda de Madagascar. Él, a lo suyo: el billete gordo. Despidió a Carmen Aristegui porque la chica se negó a leer en el micrófono un texto que, dice Vargas, redactó Alejandra Sota, la Domene de Felipe Calderón, en tanto que doña Ale jura y perjura que el redactor fue gente de Vargas: el tatamandón de MVS y Sota tienen merecida fama de analfabetos virtuales. Sea quien fuere el autor de la escritura –que no era una disculpa sino un humillante tratado de autoflagelación--, al dúo dinámico úrgele que le urge ir de perdiz a la escuela nocturna a aprender los rudimentos de la gramática, Sergio Sarmiento dixit. Presidencia y mozos de cuadra que la rodean tampoco han estado muy brillantes. Para variar. A estas alturas, quedan en claro varias cosas. Una: el desaguisado comenzó porque en mal momento Carmen Aristegui le hizo caso a un diputadete quien porque le dio la gana dijo que Felipe Calderón es pedernal de coraza. Fue un error de Carmen: error grave y todo eso. Pero en Los Pinos se molestaron rete harto y eso no va con el juego político. Si calderas no es alcohólico, para qué se enoja. En todo caso, recurra a la vía legal: demande a Carmen y oblíguela a rectificar, como lo hizo don Julio Scherer con esa no entidad llamada Pedrito Ferriz de Con. Pero no: el Estado exige la salida y Vargas naturalmente acepta y actúa en consecuencia. Señora de los Siete Puñales: quisiera tener un dólar por cada ocasión que he visto a un editor defenestrar a un periodista porque pisó la cola de un ratón gordo que comparte el queso con el dueño del medio. Luego Vargas recontrata a Carmen dizque por la presión de la opinión pública. Ahora vienen las mentadas de madre y las jaladas de trenza en los corredores del mercado de verduras –con todo respeto para las verduleras— porque sale a superficie lo que realmente está en juego: la marmaja que representa la famosa banda ancha 2.5 que estaba concesionada a MVS. Vargas alega que es un atentado contra el derecho de los mexicanos a estar bien informados. Je je. Don Joaquín es un empresario y la vaina ésa le dejaba montañas de dólares, euros y libras esterlinas. El gobierno dice que le quitó la concesión porque no quiso pagar la contraprestación –sepa Dios que será eso pero así habla la burocracia--; Joaquín responde con una avalancha de papeles notariados, según él. No han de tener tanto valor porque inmediatamente pide “time” para presentar más pruebas. La jauría de plumíferos, atenta a morder las pantorrillas de quienes se atreven a mirar de frente a los dioses del poder, se lanzó contra Vargas porque el que rotula los sobres es el otro. Pero, como dice Pepe Grillo en La Crónica: “Los funcionarios tienen autoridad transitoria, sexenal, sobre un bien delegado, Los empresarios, en cambio, están ahí para siempre”. Lo que queda bien claro es que entre el gobierno y los medios sigue, existe, la misma relación insana que se reflejó en tiempos de la Colonia entre el virrey y el editor del primer periódico que tuvimos. Nada ha cambiado. Pillos en el gobierno, pillos en la legión de editores y la tropa de plumas a sueldo. Escribe en El Universal mi ex patrón Pepe Carreño Carlón; “Son los diálogos en el infierno de un complejo burocrático empresarial en crisis”.
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