sábado, 5 de noviembre de 2011

¿Nuevos vientos?

¿Nuevos vientos?
SOCIEDAD | Max Silva Abbott | msilva@ucsc.cl

El fenómeno de los “indignados” que se está dando en diferentes ciudades del mundo, resulta de particular interés para nuestra actual situación.
En realidad, parece obedecer a un notable hastiamiento de un gran sector de la sociedad civil, que está cansada de verse relegada permanentemente, puesto que hoy se está haciendo común que triunfen no los que tienen verdaderas necesidades, sino los que gritan más fuerte, muchas veces a través de los medios de comunicación. De este modo, ingentes recursos se han dedicado a necesidades más que discutibles.
A lo anterior se suma el problema del aislamiento de buena parte de la clase política, preocupada muchas veces más de conservar sus cargos que de cumplir el rol para el cual han sido elegidos o designados, generando así su propia caja de resonancia, lo que la hace sorda a las demandas de la población, salvo de los grupos que griten más fuerte.

También puede añadirse el problema de la notable concentración de riqueza en unas pocas manos a nivel mundial, fenómeno vinculado a la globalización. De esta manera, no sólo se está formando en muchos países una poderosísima oligarquía económica, sino que además, puesto que para vastos sectores la economía sería independiente de la ética, a la postre, se llega a una situación en que todo vale. Además, si existe en muchos casos un ansia desmedida por ganar dinero de cualquier forma, no nos extrañemos que vaya surgiendo una verdadera ley de la jungla que deja a varios grupos –entre otros, a los “indignados”– lesionados y resentidos, fruto de las reglas de un mercado (más puro o más intervenido) muchas veces despiadado.

A lo anterior, se añade la actual crisis económica, que seguramente como otras, ha sido ocasionada, en no poca medida, por manejos irresponsables cuando no inescrupulosos de parte de esta misma oligarquía económica. Así, en la época de “vacas gordas”, las ganancias la ha enriquecido a veces groseramente, y en tiempo de “vacas flacas”, la crisis nos ha arrastrado a todos, lo que ha hecho que en el fondo, se socialicen las pérdidas. Ahora, en un mundo así, parece que los ganadores seguirán siendo siempre ganadores y viceversa, lo que claramente produce indignación.

Se comprenderá, pues, que las cosas tengan un límite, lo que parecieran estar mostrando estas variadas y numerosas manifestaciones de “indignados”. Es de esperar, sin embargo, que la clase política sepa tomar el guante de estos nuevos vientos y no se deje llevar por la fácil tentación de la demagogia ni por las encuestas, lo que a la postre, sólo terminará agravando el problema; tarea nada fácil, en un mundo en que la política también es considerada por algunos como un campo ajeno a la moral o incluso a veces contrario a ella, donde importarían más los resultados que los principios.

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