Los desafíos de AMLO y MORENA hacia el 2012 (Parte I) SDP Noticias
Bolívar Huerta Martínez
2011-09-04
En el primer semestre del año 2000, Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador, candidatos perredistas a la Presidencia y a la Jefatura de Gobierno del DF respectivamente, encabezaron un mitin en la explanada principal de la Rectoría en la Ciudad Universitaria de la UNAM.
Unos meses antes había concluido la alargada huelga estudiantil, encabezada por el CGH, que devastó el tejido universitario. La polarización entre las corrientes estudiantiles que apoyaban la vía electoral y las que la rechazaban se había profundizado durante la huelga. Las expresiones más extremistas del movimiento estudiantil que mantenían la hegemonía del mismo, mediante diversas formas excluyeron a las expresiones más moderadas y dialoguistas. La censura, los vetos y las declaraciones de personajes non gratos a varios integrantes del movimiento estudiantil, el perredismo y del propio Gobierno del DF, se hicieron costumbre entre las facciones que dominaban al CGH.
Las agresiones verbales y físicas, la ausencia de tolerancia a la discrepancia y el autoritarismo de parte de los líderes del CGH dieron forma a movimiento que terminó auto derrotado, aunque a la larga detuvo al intento de las autoridades universitarias y el Gobierno Federal de imponer cuotas en la institución universitaria.
Terminada la huelga, la polarización estudiantil se acentuó. La Máxima Casa de Estudios no podía permanecer ajena al proceso electoral. Cabe recordar que desde 1988 el aspirante de la izquierda electoral a la Presidencia de México y a la Jefatura de Gobierno, Cuauhtémoc Cárdenas, acudió a la Universidad, encabezando reuniones con las comunidades académicas o sendos mítines en la explanada de la Rectoría. A partir del año 2000 esa historia cambió.
Ese año, Cuauhtémoc Cárdenas no dudó en aceptar la invitación de los grupos universitarios afines al perredismo para encabezar una vez más un mitin en la Ciudad Universitaria. Andrés Manuel López Obrador, en cambio, se mostró reticente, no quería acudir a la institución, argumentando que las condiciones políticas no eran las adecuadas. Al final de cuentas, debido a la exitosa concentración en la explanada de la Rectoría, acudió al mitin y dirigió un breve mensaje a los universitarios. Como mención especial, seis años después, siendo candidato presidencial rechazó las invitaciones a visitar CU y aceptó tener una reunión con universitarios destacados, fuera de la UNAM.
Las razones que llevaron a AMLO a mantenerse alejado de la UNAM pueden ser muchas. Quizás sus principales colaboradores le aconsejaron no ir, dándole información imprecisa. Lo que sí es claro, es que López Obrador, siendo un político muy astuto, acertó al pensar que las condiciones de su visita en el 2000 a la Universidad no eran las más favorables, debido a la existencia de grupos estudiantiles que rechazaban la presencia del perredismo en la institución. No se equivocó, al final del mitin hubo golpes y disturbios entre los grupos estudiantiles de ambos bandos. El CGH condenó la visita de los candidatos y por ende trató de boicotear el evento.
A poco más de once años del lamentable conflicto universitario, del que muchos universitarios fuimos corresponsables de una u otra forma, tal parece ser que el monstruo intolerante y violento en el que se convirtió el CGH, mismo que mantuvo a AMLO alejado de la UNAM, se ha reinstalado en una parte del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA).
En las redes sociales principalmente, la mayoría de los partidarios de MORENA son agresivos, intolerantes, violentos y burdos. Parece que equivocan el flanco enemigo. Se hablan y convencen solo a sí mismos y todo aquél que osa criticarlos es objeto de ofensas viles y calumniosas. Incluso de ataques personales. Es comprensible el alto nivel de resentimiento de muchos ciudadanos, pero es inaceptable que desde ciertos niveles de dirección se toleren estas prácticas.
AMLO tiene un grado de rechazo muy alto, especialmente en las clases medias y altas del país, de donde provienen la mayor cantidad de los usuarios de las redes sociales. No es extraño que ocurra esto si los promotores de MORENA son cegeacheros extremistas en potencia, que insultan a quienes disienten de ellos. No dialogan, no razonan, no escuchan, no hablan, no respetan. Solo descalifican y linchan a sus críticos, no importa que provengan de las filas izquierdistas.
No entiendo cómo AMLO y MORENA pretenden ganar las elecciones federales del 2012, si en ciertos sectores de la población sus promotores se la pasan dividiendo y restando apoyos. Lo más grave de esto es que nadie en el equipo de Andrés Manuel ha pretendido detener a estos pseudopromotores. Es más, personajes como los payasos diputados de corte porril, Mario di Constanzo y Gerardo Fernández Noroña, quienes alimentan la intoleracian, presumen constantemente su cercanía y lealtad con el proyecto de López Obrador. En muchos meses, solamente el periodista Federico Arreola ha tratado de deslindar a su amigo AMLO de las prácticas porriles de estos dipuMoshes petistas.
¿Cuántos votos le aportan a MORENA personajes como Fernández Noroña, Di Constanzo y un amplio grupo de ciudadanos resentidos que no hacen más que escupir odio? Estoy seguro que algunas decenas de miles, pero en contra.
Uno de los desafíos de AMLO y MORENA, si quieren ganar las elecciones del 2012, consiste en promover con éxito una imagen democrática, tolerante y respetuosa de la diversidad que caracteriza al país. Convencer a la ciudadanía que su proyecto no se contrapone con las aspiraciones y temores de las clases medias y altas, que son necesarias para ganar una elección. Para lo cual, entre otras cosas, tienen que poner un alto inmediato a la campaña de confrontación permanente que promueven sus seguidores en las redes sociales. Y si eso no es posible, al menos deslindarse de todas aquellas voces que desde el autoritarismo más ruin impulsan negativamente a su líder político.
De otros desafíos que tienen que enfrentar AMLO y MORENA si quieren competir en el 2012, me ocuparé en el siguiente texto. Queda poco tiempo para remontar una tendencia cada vez más desfavorable ante ciertos sectores que son claves en las urnas; sin embargo, es posible hacerlo siempre y cuando se corrija el rumbo. La pregunta que dejo abierta es si AMLO quiere realmente ganar las elecciones o prefiere encabezar una insurrección civil.
Twitter: @bolivarhuertam
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