La Jornada: Cuatrocientos votos por un baño
Inocencio Santiago*
La Jornada, 6 de julio de 2012
La pequeña comunidad mixe de Santiago Tutla, municipio de San Juan Mazatlán, Oaxaca, brincó a la fama nacional hace unos pocos meses cuando los policías comunitarios –o topiles– de ese poblado retuvieron por algunas horas al sacerdote Alejandro Solalinde, quien denuncio como responsable de los atropellos que sufrió al violento cacique José Raymundo.
Santiago Tutla, o Nuevo Tutla, como también se le conoce, es un pueblo mixe que durante los últimos 50 años ha estado sometido a feroces caciques, quienes mantienen el control por medio de actos de violencia extrema. Decenas de indígenas han sido asesinados o expulsados por no acatar las órdenes del dueño del pueblo. Durante muchos años el cacicazgo de Tutla ha recibido protección e impunidad a cambio de aportarle votos al PRI.
Los caciques, con sus pistoleros, han obligado al pueblo a que por acuerdo de asamblea toda la comunidad vote por el PRI. En las elecciones federales de 2006 sólo una ciudadana se rebeló, y fue castigada. Desde esa fecha no ha podido regresar a su comunidad. Lo mismo ha ocurrido en las elecciones locales. Nuevo Tutla tiene fama de tener casillas zapato. Todos los votos son para el mismo partido. En ocasiones han llegado observadores o representantes de otros partidos, quienes de inmediato han sido corridos, en medio de amenazas y empujones.
Este primero de julio la modernidad democrática no llegó a Nuevo Tutla. Tampoco llegó por ningún lugar el nuevo PRI que tanto pregonan. Como ha ocurrido desde hace muchos años, en estas últimas elecciones federales toda la comunidad fue obligada a votar a la vista a favor de Peña Nieto, a cambio de un baño público: 400 votos a cambio de un retrete.
Sofí Castro, candidata a senadora, ex diputada federal y políticamente cercana al siniestro Ulises Ruiz, logró que toda la comunidad de Nuevo Tutla diera su voto a los candidatos del PRI en ese lugar, pero también en las comunidades de San Juan Cotzocón, Matamoros, Puxmetacan y otras de la región del Bajo Mixe. También consiguió que, a cambio de pequeñas obras y dinero para las autoridades comunitarias, se obligara a los vecinos a votar por ese partido. De esa manera Peña Nieto ganó miles de votos en el Bajo Mixe.
En toda la región se cometieron abusos y fraudes en estas elecciones. Se entregaron materiales de construcción, despensas y dinero a cambio del sufragio; los operadores del PRI y del PAN coaccionaron de manera abierta a los votantes e intimidaron a los representantes de otros partidos. En el pueblo de El Porvenir los representantes de un partido fueron amenazados de muerte por un ganadero priísta conocido también por sus lazos con el narco.
En enero de este año el padre Solalinde denunció los atropellos que se cometen en la zona. Señalo que “la policía comunitaria” de Nuevo Tutla es una banda paramilitar al servicio de los Raymundo, y que estos topiles portan armas de alto poder, de “uso exclusivo del Ejército”. Además, el sacerdote denunció el nexo que tiene el cacicazgo con el crimen organizado. Pero no pasó nada. Aunque las autoridades estatales y federales saben que algo grande se cocina en Nuevo Tutla, no actúan, y por ello el pasado primero de julio, bajo presiones y amenazas, todos los ciudadanos votaron por el PRI a cambio de un baño.
¿Cómo se atreven a comprometer un cambio, cuando ellos mismos no cambian? Este año no llegó el nuevo PRI al Bajo Mixe... ni llegará.
A la memoria del luchador social mixe Armando Agustín Bonifacio, asesinado en Tutla en 1995 por los caciques.
* Profesor bilingüe
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