martes, 10 de julio de 2012

La detención de Sanjuana Martínez, periodista

HUGO L. DEL RÍO (El Norte, 120710)


La inviolabilidad del domicilio era uno de los escasos derechos que, creíamos, todavía se respetaba en Nuevo León. Estábamos equivocados. El escándalo provocado por la detención de la periodista Sanjuana Martínez pone de manifiesto que, para el gobernador Rodrigo Medina, la única ley que merece respeto es la que le sale del forro…vamos a decir, del forro de los pantalones.
 
En La Jornada, Sanjuana escribió: “Un amigo que trabaja en el gobierno de Nuevo León llegó (a los separos de Alamey) y me dijo sin ambages: ‘Estás aquí por orden de la juez (Luz María Guerrero, titular del juzgado 15 oral en materia familiar: las minúsculas son mías, la vaina esa no merece dignidad de las mayúsculas), que está apoyada por Graciela Buchanan, presidente del tribunal superior de justicia de Nuevo León, lo cual quiere decir que hay línea del gobernador Rodrigo Medina para que te arrestaran de esa forma y te dejen aquí las 36 horas. Te quieren dar un escarmiento’ ”. Más claro…
 
Sanjuana recién había denunciado a la juez por corrupta, ante el Consejo de la Judicatura de Nuevo León. Y hace cuatro años la expuso también por haber secuestrado a María del Mar Álvarez, actualmente abogada del Cadhac y amiga de la reportera. Los ocho policías armados con mosquetones automáticos se lucieron con Sanjuana: groseros, prepotentes, violentos. Estuvieron a punto de romper la puerta de su casa, hicieron llorar a los hijos de la colega, la maltrataron e hicieron saber que si César Valdez, amigo y colega de Sanjuana, pretendía intervenir en defensa de las más elementales garantías de la redactora, lo mandarían “a chingar a su madre”. Y amenazaron:” Que se vaya o lo detenemos por halconeo”. Este es Nuevo León y Rodrigo Medina cobra como gobernador.
 
Casi todos los gendarmes son resentidos sociales y odian de manera especial a los periodistas, los estudiantes y los disidentes políticos. Es entendible: estamos alfabetizados, casi todos fuimos a la Universidad y el oficio nos obliga a descobijar sus crímenes y abusos. Lo grave es que portan armas, visten uniforme y sienten que la placa les permite humillar o algo peor a los civiles. Y de los jueces, para qué hablamos. México es un país muy corrupto, y lo peor de lo peor está en el poder judicial. La secretaria de Guerrero, Ana Cristina Sepúlveda Martínez, ya le había pedido dinero a Sanjuana. Esta fauna es la que en teoría nos debe proteger. Son una mentada de madre en alemán.
 
PIE DE PÁGINA: El cabildo de Monterrey le ordenó a Larrazabal que vuelva al palacio de vidrio. En este ranchote no se aburre uno.

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