La mafia y 2012
Bernardo Bátiz V.
Está circulando ya, desde que fue presentado por un grupo de académicos e intelectuales, un libro con un título larguísimo y una portada que yo no hubiera aconsejado, con un contenido, eso es lo que interesa, claro, oportuno y lleno de datos importantes para el cambio político que se avecina. Me refiero, como es evidente, a La mafia que se apoderó de México y el 2012, escrito por Andrés Manuel López Obrador.
Es algo así como La sucesión presidencial del siglo XXI, un libro detonante de cambios sociales de los que estamos urgidos; augura un movimiento inminente, quizás en lo que se ha llamado el México profundo; el libro es precursor de algo que viene impetuoso y que esperamos, pasar de las decepciones de las promesas incumplidas, del hartazgo de la corrupción y de la angustia de la incertidumbre, a un régimen democrático, honrado, eficaz y con interés puesto en la justicia social.
El libro es un documento conciso y claro, con el estilo de su autor, lleva el sello que le caracteriza, hablar con valor y sin rodeos; duro y a la cabeza, a la cabeza del sistema que en la primera parte descubre, despoja de velos y tapujos, para presentarlo al lector tal como es, con toda su crudeza y con toda su desvergüenza. El primer capítulo contiene una amplia lista de nombres de conocidos políticos y empresarios, todos ligados por los negocios, las componendas y la corrupción y todo sustentado en datos duros de lo que cada quien hizo y cómo se benefició, atropellando el bien común y el patrimonio colectivo.
En los capítulos dos y tres el autor expone las consecuencias de la política egoísta, codiciosa y equivocada de los desenmascarados en el capítulo primero y de cómo personalmente pudo constatar directamente la pobreza, las carencias, el abandono de los pueblos que recorrió en su periplo por todos los municipios del país, pero también la verificación directa de la gran reserva moral que hay en México, miles, millones de mexicanos que tienen fe en su patria y en los valores que la sostienen. Todos o al menos la gran mayoría, dispuestos a volver a dar la batalla por un cambio verdadero y de fondo.
En el último capítulo, las propuestas, las consignas y la advertencia de lo que puede pasar si el Santa Anna de nuestro tiempo, el PRI, recupera el poder. La invitación no es otra que a trabajar por una nueva República que muy bien puede concretarse si hacemos lo debido.
El libro tiene además, un importante significado que es necesario destacar; prueba que hay una manera diferente de hacer política, una forma de participar en la vida pública, indistinta a la convencional. Desde hace mucho tiempo, cuando se piensa en esta técnica social para alcanzar y conservar el poder, se tiene la creencia de que los instrumentos para ello son el dinero, el uso sin ética de la publicidad, las mentiras, las intrigas, las componendas y los acuerdos que no se pueden presentar en público.
Hace más de 80 años, Vasconcelos se enfrentó con ideas y propuestas y con pocos recursos, al partido del gobierno de entonces, recién emanado, como se decía entonces, de la revolución armada y triunfante y demostró, que se podía llegar a los votantes sin gastar carretadas de dinero, logró la autosuficiencia de su gira, mediante conferencias del candidato, pagadas por los asistentes; opuso talento e ideas a los acarreos oficiales, a las pistolas y a los garrotes.
Andrés Manuel, como Vasconcelos, propone una alternativa a la política convencional, la búsqueda del poder a base de trabajo personal y de equipo, propuestas concretas, movilizaciones populares y para contrarrestar a los grandes medios modernos de comunicación, controlados por la mafia, el contacto personal con los ciudadanos, publicaciones como Regeneración, libros, como el que motiva este artículo, y una extendida organización de comités desde la base.
Opone a los liderazgos artificiales de las campañas publicitarias y de los genios creativos que presentan a los votantes una falsa imagen de sus productos, el liderazgo de la honradez, del trabajo personal y de la palabra que inspira confianza en la gente; opone a los programas de la televisión con personajes maquillados y peinados por profesionales, el contacto directo con el pueblo; en vez de encuestas, prefiere escuchar con atención y hablar con la verdad, sin falsas promesas y solicitando colaboración y trabajo, para que el cambio sea el resultado del esfuerzo de todos.
A la visión económica del sistema que sigue ciegamente las consignas del neoliberalismo, enfrenta un concepto de economía social con dimensiones humanas, que fomenta y estimula la producción, pero que da prioridad a la distribución justa del ingreso, lo que se produce por todos, debe alcanzar para todos.
El libro es, por tanto, lectura obligada para aquellos que tienen fe en que es posible un cambio, pero más obligada aun, para los escépticos que se dan cuenta de que necesitamos explorar nuevos derroteros en la política y en la economía, pero que han perdido la confianza por los desengaños y las traiciones de los últimos sexenios, que por la prevaricación y el abandono, de quienes llegaron al poder federal en 2006 y desperdiciaron la gran oportunidad que constituyó el paso del sistema de partido oficial al sistema de alternancia en el poder.
Lo que viene, el libro lo vislumbra; es un México igualitario, solidario y fraterno, en el que lo mismo en política que en economía, pasemos de la democracia formal en que vivimos, a la democracia participativa.
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